Luna sigue usando el perfume en sus viajes, y cada vez que lo hace, se siente más conectada con su infancia. Revive esos pequeños momentos: el aroma de las galletas horneándose en la cocina, el brillo de los ojos de sus abuelos mientras compartían historias junto al fuego, y la calidez de los abrazos en las noches frías.
El perfume se convierte en la llave de un baúl lleno de recuerdos que parecían olvidados. Luna empieza a comprender que, a veces, lo que más necesitamos es un
recordatorio de lo que realmente importa en esta época del año.